«EL STRINERISMO; por Emilie Armand»(ensayo)

«Max Stirner vio la luz en Bayreuth (Baviera) el 25 de octubre de 1806. No fue un escritor de una fecundidad extraordinaria, pues los cuidados de la existencia le acapararon demasiado tiempo. De sus escritos, sólo uno se ha mantenido a flote, un volumen en el cual se entregó por entero, en el que expresó todo su pensamiento y procuró indicar un camino de salida a los hombres de su tiempo: El único y su propiedad».

Max Stirner - copia

Existe Stirner y su obra, existe El único y su propiedad y el “stirnerismo”. Ocurrió que al dirigirse a los hombres de su tiempo, Max Stirner se dirigió a los hombres de todos los tiempos, pero sin asumir el aire o gesto de profeta tronando teatralmente desde el fondo de su caverna que tan bien sabía arrogarse Nietzsche. Stirner no se presenta tampoco a nosotros como un profesor enseñando a sus alumnos: habla a todos los que quieren oírlo, tal como un conferenciante o como un conversador que ha reunido en torno suyo a un auditorio de todas las categorías, tanto de manuales como de intelectuales. Por esto, para comprender el alcance del stirnerismo, hay que suprimir de El único y su propiedad todo lo que es relativo a la época en que este libro fue escrito. Sin este trabajo preparatorio, corre el riesgo de asaltar al lector la tentación de que se halla en presencia de una confesión o de un testamento filosófico.

Hecha esta supresión, tiene uno ante sí un árbol robusto y bien plantado, una doctrina perfectamente coherente y ya no se sorprende uno de que hubiese dado origen a todo un movimiento. El stirnerismo considera que la unidad humana es la base y la explicación de la humanidad; sin lo humano no hay humanidad, la totalidad no se comprende más que por la unidad. Es lo mismo detenerse en seguida si uno no asimila estas premisas. Esta unidad sociológica no es un ser en transformación ni un superhombre, sino un hombre como tú y como yo que su determinismo impulsa a ser como debe, y como puede ser –nada más ni menos que lo que tiene fuerza o el poder de ser–. Pero el hombre que nosotros conocemos, ¿es lo que su determinismo quería? En otros términos: ¿es lo que debía y lo que podía ser? Ese hombre que tropezamos en los lugares de placer o de trabajo, ¿es un producto natural o una confección artificial, es voluntariamente el ejecutor del contrato social o no se aviene a él más que porque educación, prejuicios y convenciones de toda especie le atiborran el cráneo? Es este problema el que el stirnerismo va a tratar de resolver.

Primer tiempo. Para volver a poner al individuo en su determinismo natural, el stirnerismo empieza a conmover todos los pilares sobre los que el hombre de nuestro tiempo ha edificado su casucha de miembro de la Sociedad: Dios, Estado, Iglesia, religión, causa, moral, moralidad, libertad, justicia, bien público, abnegación, sacrificio, ley, derecho divino, derecho del pueblo, piedad, honor, patriotismo, justicia, jerarquía, verdad, en una palabra, los ideales de toda especie. Esos ideales, los del pasado como los del presente, son fantasmas emboscados en “todos los rincones” de su mentalidad, que se han apoderado de su cerebro, que se han instalado en él y que impiden al hombre seguir su determinismo egoísta.

Batiéndose en retirada unos tras otros los prejuicios-fantasmas y derrumbándose sucesivamente las columnas de su fe y de sus creencias, el individuo vuelve a hallarse solo. Al fin, es él, su Yo queda libre de toda la ganga que lo comprimía y que le impedía mostrarse tal cual es. Ha quedado hecha la tabla rasa, los nubarrones que oscurecían el horizonte han desaparecido, el sol brilla con todo su esplendor y el camino está libre. El individuo no conoce más que una causa: la suya, y esta causa no la basa sobre nada exterior, sobre ninguno de esos valores fantasmales de los cuales estaba antes atiborrado su cerebro. Es el egoísta en el sentido absoluto de la palabra: su potencia es en lo sucesivo su único recurso. Todas las reglas exteriores se han derrumbado; ha quedado libre de la opresión interior, mucho peor que el imperativo exterior; forzoso le es ahora buscar en sí sólo su regla y su ley. Es el único y se pertenece, en toda propiedad. No hay para él más que un derecho superior a todos los derechos: el derecho a su bienestar. “La aflicción debe desaparecer para dejar lugar a la satisfacción.”

Pensad adónde ha llegado el único. Ni una verdad existe fuera de él. No hace nada por el amor de Dios o de los hombres, sino por el amor de sí. No existe entre su prójimo y él más que una relación: la de la utilidad o la del beneficio. De él solo se derivan todo derecho y toda justicia. Lo que quiere es lo que es justo. Lejos, pues, de toda causa que no sea la suya. Es él mismo su causa y no es ni “bueno” ni “malo” (ésas son palabras). Declárase enemigo mortal del Estado y el adversario irrespetuoso de la propiedad legal.

Algunas citas sacadas de El único y su propiedad harán comprender que Stirner no ha perdonado nada y que ningún ídolo halló gracia ante sus ojos:

“Siempre se pone un nuevo amo en el lugar del antiguo, no se demuele sino para reconstruir y toda revolución es una restauración. Ésta es siempre la diferencia entre el joven y el viejo filisteo. La revolución comenzó como pequeña burguesa por la elevación del Tercer Estado, de la clase media, y sube como simiente sin haber salido de su trastienda.”

“Si os sucediera, aunque no fuese más que una vez, el ver claramente que el Dios, la ley, etc., no hacen sino importunaros, que os rebajan y os corrompen, es cierto que los arrojaríais lejos de vosotros, como los cristianos derribaron, en otro tiempo, las imágenes de Apolo y de Minerva y de la moral pagana.”

“En tanto quede en pie una sola institución que no esté permitido abolirla al individuo, el Yo está aún muy lejos de ser su propiedad y de ser autónomo.”

“La cultura me ha hecho PODEROSO, esto no admite tampoco duda alguna. Ella me ha dado un poder sobre todo lo que es fuerza, así también sobre los impulsos de mi naturaleza como sobre los asaltos y las violencias del mundo exterior. Sé que nada me obliga a dejarme constreñir por mis deseos, por mis apetitos y mis pasiones, y la cultura me ha dado con qué vencerles: soy su dueño.”

“Aquel que derriba una de sus BARRERAS puede haber mostrado con eso a los demás el camino y el procedimiento a seguir; pero el derribar sus BARRERAS sigue siendo la misión de los otros.”

“Nos contentamos durante mucho tiempo con la ilusión de poseer la verdad, sin que se le ocurriese al espíritu preguntarse seriamente si no sería necesario, antes de poseer la verdad, el ser uno mismo verdadero.”

“Aquel que para existir tiene que contar con la falta de voluntad de los demás, es buenamente un producto de aquellos otros, como el amo es un producto del servidor Si cesara la sumisión se habría acabado la dominación.”

“Para el hombre que piensa, la familia no es una potencia natural, y debe hacer abstracción de los padres, de los hermanos, de las hermanas, etc.”

¿A qué lugares empujará su determinismo al egoísta en el cual se hizo tabla rasa de los prejuicios-fantasmas? Y he aquí el segundo tiempo del stirnerismo.

Muy buenamente, hacia las riberas de la unión, de la asociación… Pero una unión contraída voluntariamente, una asociación de egoístas que no cultivarán el trato con los fantasmas del desinterés, del sacrificio, del desvelo, de la abnegación, etc. Una asociación de egoístas donde nuestra fuerza individual se acrecentará con todas las fuerzas individuales de nuestros coasociados, donde uno se consumirá y se servirá mutuamente alimentos. Una unión de la cual se servirá cada uno para sus propios fines, sin que os importune la obsesión “de los deberes sociales”. Una asociación que consideraréis como propiedad vuestra, como vuestra arma y como vuestra herramienta y que abandonaréis cuando ya no os sea útil.

Pero no os imaginéis que la asociación, si persiste el individuo en realizarse por medio de ella, no exige nada a cambio.

Evidentemente, la asociación stirneriana no se presenta como una potencia espiritual superior al espíritu del asociado –la asociación no existe sino por los asociados, pues es su creación–; pero he aquí: para que ella realice sus fines y para que cada cual se sustraiga “a la opresión inseparable de la vida en el Estado o en la sociedad” es preciso comprender bien que no faltarán en ella “las restricciones a la libertad y los obstáculos a la voluntad”. “Dando, dando.” Egoísta, amigo mío, tú consumirás a los demás egoístas, pero a condición de aceptar el servirles alimentos. En la asociación stirneriana se puede también sacrificarse a otros, pero no invocando el carácter sagrado de la Asociación; sencillamente porque puede seros agradable y natural el sacrificaros.

El stirnerismo reconoce que el Estado descansa sobre la esclavitud del trabajo; que el trabajo sea libre y el Estado queda destruido en seguida. Der Staat beruht auf der Sklaverei der Arbeit. Wird der Arbeit frei, so ist der Staat verloren: he ahí por qué el esfuerzo del trabajador debe tender a destruir el Estado o a pasarse sin él, lo que viene a ser lo mismo.

Tercer tiempo. Queda la forma en que el egoísta o la Asociación de los egoístas luchará contra los hábiles y los astutos que hacen uso de los fines de dominación y de explotación de los fantasmas que han tomado posesión de los cerebros de los hombres. El stirnerismo no pretende desempeñar el papel del Estado después de haberlo destruido o de haber proclamado su inutilidad y forzar a los que no lo quieren o no pueden a formar asociaciones de egoístas. El stirnerismo no preconiza la revolución. El stirnerismo no es sinónimo de mesianismo. Contra los que poseen y explotan hasta el punto de no dejar a los explotados ni pan que comer, ni lugar donde reposar su cabeza, ni de pagarles el salario íntegro de su esfuerzo, la insurrección es natural y conveniente la rebelión. Hay bienes improductivos al sol y cajas de caudales llenas hasta desbordarse. ¡Qué diablo! Y nada de sentimentalismo cuando se trata de afirmar su derecho individual o asociado al bienestar. El ego, guiado por la propia conciencia, no podría desembarazarse de escrúpulos que podían obsesionar a los hombres de cerebros habitados por fantasmas.

“La revolución ordena instituir e instaurar y la insurrección quiere que uno se subleve o que se eleve.”

“Yo doy vueltas a un peñasco que obstaculiza mi camino hasta que tenga bastante pólvora para hacerlo saltar; doy vueltas a las leyes de mi país en tanto no tenga la fuerza de destruirlas.”

“Un pueblo no podría ser libre sino a costa del individuo, pues su libertad no afecta más que a él y no es la emancipación del individuo; cuanto más libre es el pueblo, más sujeto está el individuo. Fue en la época de la mayor libertad cuando el pueblo griego estableció el ostracismo, expulsó a los ateos e hizo beber la cicuta al más probo de sus pensadores.”

“Dirigíos a vosotros mismos mejor que a vuestros dioses o a vuestros ídolos: descubrid en vosotros lo que está oculto, llevadlo a la luz y reveladlo.”

Tal es la esencia del mensaje que Max Stirner, entregándolo a los hombres de su tiempo, lo dirige a los hombres de todos los tiempos.

Hemos dicho que en Stirner había el hombre y la obra. Después de haber hablado de la doctrina, hablemos de su fundador. Stirner no es más que el nombre literario de Johann Caspar Schmidt y ese sobrenombre no es más que un apodo debido a la frente (Mina en alemán) desarrollada del autor, de El único y su propiedad y que él conservó para sus escritos. Uno de los episodios de la vida de Stirner que más retiene nuestra atención es su frecuentación, durante diez años, del club de los “Emancipados” (“Los Libres”), agrupación de intelectuales animados por las ideas liberales de los espíritus avanzados de antes de 1848. Se reunían en una cervecería y en la atmósfera llena de humo de las largas pipas de porcelana, discutían sobre toda clase de temas: teología (el libro de Strauss sobre Jesús acababa de aparecer entonces), literatura, política (la revolución del 48 estaba próxima). Fue en 1843 cuando Max Stirner, el hombre de aspecto impasible, de un carácter fuerte y concentrado en sí mismo, se casó en segundas nupcias con una mecklemburguesa, soñadora y sentimental, asidua también al club de los “Emancipados”, María Daehnhardt. Sin embargo, su unión no fue feliz. La incomprensión mutua de los dos esposos y las calumnias que insinuaban que Stirner buscaba una utilidad en este casamiento, por la dote de su mujer, ocasionaron la ruptura en 1845.

Stirner continuó produciendo. El único y su propiedad data de fines de 1844. Publicó sucesivamente de 1845 al 47 una traducción alemana de las obras maestras de J. B. Say y de Adam Smith con notas y observaciones en ocho volúmenes; en 1852, una historia de la reacción en dos volúmenes, toda de su pluma; en 1852 también, la traducción de un ensayo de J. B. Say sobre el capital y el interés, con observaciones… Después, ya no publicó nada. Sus últimos años fueron míseros. Reducido a ganar su pan como podía, aislado, encarcelado dos veces por deudas, sucumbió en 1856 a una infección carbonosa, en una casa de dormir. Nuevas indagaciones de mi amigo John- Henry Mackay, muerto en mayo de 1933, parecen atestiguar que el fin de su existencia no fue tan miserable ni estuvo tan desprovisto de amistad como se creyó en un principio.

Volvamos a la obra de Stirner. Uno de los pasajes más notables de El único y su propiedad es aquel donde define la burguesía con relación a los individuos sin posición social. Esta cita es la mejor respuesta que puede darse a los que ven en Stirner y sus continuadores a individualistas burgueses: “La burguesía se reconoce en que practica una moral estrechamente ligada a su esencia. Lo que exige ante todo es que se tenga una ocupación seria, una profesión honorable y una conducta moral. El caballero de industria, la ramera, el ladrón, el bandido y el asesino, el jugador y el bohemio son inmorales, y el buen burgués experimenta con respecto a esas ‘gentes sin costumbres’ la más viva repulsión. Lo que les falta a todos es esa especie de derecho de domicilio en la vida que proporcionan un comercio sólido, medios de existencia asegurados, rentas estables, etc.; como su vida no descansa sobre una base segura, pertenecen al clan de los ‘individuos’ peligrosos, al peligroso proletariado: son ‘particulares’ que no ofrecen ninguna garantía y que no tienen ‘nada que perder’ ni nada que arriesgar”.

“Toda vagancia desagrada al burgués, y existen vagabundos del espíritu que, ahogándose bajo el techo que abrigaba a sus padres, se van a buscar a lo lejos más aire y más espacio. En lugar de permanecer en el hogar familiar removiendo las cenizas de una opinión moderada, en lugar de tener por verdades indiscutibles lo que consoló y calmó a tantas generaciones anteriores a ellos, franquean la barrera que cierra el campo paterno y se van por los caminos audaces de la crítica, donde los lleva su indomable curiosidad de dudar. Esos extravagantes vagabundos entran también en la clase de las personas inquietas, inestables y sin reposo que son los proletarios, y cuando dejan sospechar su falta de domicilio moral se los llama ‘perturbadores’, ‘cabezas calientes’ y ‘exaltados’.”

“Podrían reunirse con el nombre de vagabundos conscientes a todos los que los burgueses tienen por sospechosos, hostiles o peligrosos.”

Stirner no ha descendido hacia el pueblo como los Bakunine, los Kropotkine y los Tolstoi, por ejemplo. No es un productor macizo, como Proudhon, de prejuicios de burgueses medios y generosos; no es un sabio como Reclus, doblado de un espíritu de bondad evangelista; ni un aristócrata como Nietzsche; es uno de nosotros. Es un hombre que jamás gozó de una posición segura y provechosa o desahogada. Conoció la necesidad de practicar los oficios más diversos para vivir. La gloria que circunda a los proscritos célebres, a los militantes revolucionarios o a los jefes de escuela, le fue desconocida. Tuvo que arreglárselas como podía y en lugar de las señales de consideración que la burguesía otorga, a pesar de todo, a ciertos ilustres revolucionarios, no recibió más que las repulsas con que ella agobia a los individuos sin situación y sin garantía.

Instruido por sus propias experiencias, Stirner trazó un retrato del burgués mucho más sorprendente que el que hizo más tarde Flaubert, que se situaba únicamente en el punto de vista estético. Para Stirner, la característica del mundo burgués es el poseer una ocupación seria, una profesión honorable, moralidad, en una palabra, lo que constituye un derecho de domicilio en la vida. El burgués puede ser obrero o rentista, llamarse republicano, radical, socialista, sindicalista, comunista, hasta anarquista; puede pertenecer a una Logia, a la Liga de los Derechos del Hombre, a un Comité electoral socialista y a una célula comunista; puede pagar también su cotización a un partido revolucionario. En tanto que su vida descanse sobre una base segura y en tanto que ofrezca garantías morales, burgués es y burgués sigue siendo.

En la misma Alemania, sólo al cabo de cincuenta años apareció una segunda edición de El único y su propiedad (1882). En 1893, la gran casa editorial Reklam, de Leipzig, editaba este libro en su Biblioteca Popular. Esto era hacerlo accesible a todos. En 1897, John-Henry Mackay, que tanto trabajó para hallar huellas de Stirner y disipar el misterio que envuelve su vida, publicaba la primera edición de Max Stirner, sein Leben und sein Werk. En Francia, El único y su propiedad aparecía en 1900 en dos traducciones, la de Robert L. Reclaire, en casa de Stock, y la de Henri Lasvigne en La Revue Blanche. (En 1894, Henri Albert había traducido una parte de la obra en el Mercure de France; un poco más tarde, Teodoro Randal había hecho lo mismo en las Charlas Políticas y Literarias y en el Magazine Internacional.) En 1902, era traducida al danés (con prefacio de Jorge Brandes) y al italiano (con prefacio de Ettore Zoccoli); en 1911 apareció una segunda edición italiana, que fue reimpresa en 1920. En 1907, precedida de un prefacio del autor de La filosofía del egoísmo, James Walker, aparecía una traducción inglesa por Steven T. Byintong, editada por Benjamin R. Tucker, con el título The Ego and his own. En 1912, El único y su propiedad había sido además traducido al ruso (se cuentan ocho ediciones de esta obra en esta lengua, la séptima traducida por Leo Kasarnowski y la última data de 1920), al español, al holandés y al sueco. En 1930, aparecieron dos traducciones japonesas, una de las cuales en edición económica, por J. Tsuji. Creo que existen traducciones de El único en otras lenguas. (He oído hablar de la traducción de El Único en diez y ocho lenguas, pero no pude comprobarlo.) Con el título de Kleinere Schriften (‘pequeños escritos’) John-Henry Mackay reunió los estudios, artículos, informaciones y respuestas de Stirner a sus críticos aparecidos de 1842 a 1848. Conozco una edición italiana de esta obra titulada Scritti minori. Traduje en L’en dehors la crítica muy interesante que Stirner hizo de Los misterios de París, de Eugenio Sue, y un extracto de El falso principio de nuestra educación.

«Revuelta Violenta Publicación Anárquica N°9, $antiasko, $HILE»

Revuelta Violenta Publicación Anarquica N°9 Portada

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EDITOREAL

A pasado tiempo ya desde la última vez que escribimos a ustedes, quienes nos leen y comparten afinidad con esta simple publicación, ha pasado casi todo el mes de abril y nos  hemos retrasado más que en otras oportunidades en publicar nuestra pequeña partícula de revuelta.

Pero en fin, nos dejamos de tanta palabrería, estamos de vuelta y cargadxs de nuevas experiencias  y vivencias.

Esta vez tenemos mucho que soltar en las letras,  nuestro odio crece cada día más, ya que no nos quedamos como simples espectadores de la vida, nos levantamos del letargo y salimos a robar lo que nos habían quitado, entre  fuego y amor.

Desplegamos nuestras ideas en ataques, cada vez que pisamos el asfalto que nos quema los pies, entre los ruidos ensordecedores de una ciudad ya muerta que nos perforan los oídos; es así que no quedamos impávidos ante  el repliegue vengativo que tuvo lugar ya hace más de un mes a nuestrxs compañerxs en Temúko el 28 de marzo, pero los ajusticiamientos del estado llamado $hile no terminan ni comienzan allí solamente.

También queremos mencionar los comportamientos dignos  de sus leyes, en serio les decimos lo hacen bien (sin pretender felicitarles), nuestrxs hermanxs y compañerxs Carla Verdugo, Iván Silva , Márcelos Villarroel, Freddy fuente villa, Juan Aliste  Vega, José Miguel Sánchez, Alberto Olivares (Niko), Hans  Neimeyer y tantos más aquí y alrededor del mundo, no son víctimas de este patético sistema mercantil , sino que son enemigxs del mismo, al elegir en sus vida, pasar al ataque, son dignxs guerrerxs de sus elecciones, son para nosotrxs  inspiración, llamados fieros a la acción (sin encasillar en clichés  lo que se entiende por acción , sin limitar esta solo a la propaganda por  los hechos o confundir esta misma con la acción directa), sin embargo los intentos de los enemigxs por asustarnos  con  sus medidas ejemplificadoras (como dicen  ellxs) solo significan malos chistes de los cuales a pesar del dolor de ver a nuestrxs hermosxs compañerxs encerradxs y que no estén en las calles junto a

nosotrxs atacando; sabemos que ellxs conocen de la fuerza que nace y crece en los corazones libres, o por lo menos que lo intentamos, mejor intentar y fallar , que no hacer algo por miedo.

Quizá por eso nos temen e intentan generar miedo con sus leyes y castigos, pero no subestimaremos  aquí a lxs  enemigxs, (aunque tampoco los vamos a aplaudir, porque  en otras áreas son bastante penosxs) pues ellxs saben replegarse muy bien donde comienzan a nacer las nueves semilla insumisas, y  resulta  muy fácil para ellxs  sembrar el miedo a las nuevas mentes curiosas, sobre todo cuando las policías se esfuerzan por hacer públicamente mediática la persecución de las ideas, acá queremos citar un ejemplo reciente y actual, que es la captura que tuvo lugar en estación central por parte de la PDI el día 26 de Abril, que logró poner sus sucias manos sobre nuestro hermanx Hans Neimeyer, haciendo alarde de la capacitada  de su policía, já! De eso saben muy bien cuan falso es, pues ustedes estúpidxs lacayxs sabían, por un comunicado público que Hans, se entregaría en la fecha que  comenzaría  el “juicio” (6 de mayo) así que no sería extraño que no le hayan estado buscando; lo que creemos que pasó, es que alguien los llamó para comunicarles el paradero de Hans o que sólo tuvieron suerte(digamos que, a veces uno de nuestros defectos es lo confiadxs que solemos ser en ocasiones) y les decimos, nos parece muy tonto el hecho de que sigan diciendo que existen “redes internacionales”, que amparan a fugitivxs , no nos queda más que reírnos de ustedes. 

Lo lamentable de esta situación es que Hans tendrá que esperar hasta el 18 junio, que es la nueva fecha fijada por la (in)justicia de este asqueroso país de imbéciles, para una próxima audiencia , bueno es obvio que también  tenemos algo que decir con respecto a la nueva obra teatral  desplegada en Temúko (que por la extensión de las informaciones se encuentran completas en el interior de la revista); bastante penosa la puesta en escena, ¿no se dieron cuenta porsiacaso que desde fuera, fueron y serán infinitas la pruebas de solidaridad con nuestrxs hermanxs secuestradxs por ustedes?, nos preguntamos si alguna vez se van a cansar, en serio, porque nosotrxs esta vez  no nos vamos a ir  a la casa o vamos a tener miedo de atacarlxs, todas esas  idioteces que hacen como por ejemplo tener 3 años en “prisión preventiva” a 3 luchadores (Marcelo, Freddy y Juan)sin, por lo menos tener alguna prueba  de los “crímenes” de los cuales se les “culpan”, confirmando su miedo hacia nosotrxs, entonces,  ¿de qué lado está el miedo?, no ven que sus artimañas son viejas  y ya las conocemos, no entienden que el miedo lo perdimos hace tiempo, no entienden que esta  vez estamos más fuertes y convencidxs, que aunque seamos pocas la individualidades, eso no significa que no tengamos la fortaleza para morder sus cuellos, sepan algo policías (PDI, PACXS, POLICIA SECRETA Y  A TODXS LOS ESCLAVXS A SUELDO QUE RINDEN CULTO A LA CÁRCEL-CAPITAL), en la revuelta que se desarrolla en esta pequeña guerrilla urbana, nosotrxs tenemos todas las armas, y con esto no nos referimos a tan solo a  la pólvora, puñales y pistolas, sino también a la inteligencia, la energía, los deseos, mucho  amor y por sobre todo nuestro odio eterno a ustedes, entiendan bien, sabemos dónde viven, sabemos cómo se llaman y no estamos jugando; esta es la guerrilla,  o sea la grieta entre su mundo mercantil y el mundo de los esclavxs, es allí donde atacamos, y lo haremos hasta ver caer hasta el más mínimo vestigio de su patética sociedad, hasta alcanzar ¡la destrucción total!.

“Es una cobardía  suprema, repudiar el acto de rebeldía, para el cual nosotrxs mismxs dimos la primera semilla “

Luigi Galleani

Grecia: “Dias de Memoria y Lucha – Una conversación con Lucha Revolucionaria”

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Algunas palabras sobre la edición

La traducción del siguiente texto corresponde a unas charlas y un posterior debate que tuvieron lugar en las jornadas celebradas el 8 y 9 de Marzo del 2012 en la ciudad de Atenas, por la asamblea de solidaridad con el caso de Lucha Revolucionaria bajo el título de “Días de Memoria y Lucha”. La oportunidad que se presentaba tras la excarcelación de los tres miembros que asumen la pertenencia a la organización, de defender su discurso públicamente, pero no sólo, si no de debatirlo y nutrirlo con la participación de otras personas vinculadas a la lucha contra la dominación, era única, por lo que se realizaron unas jornadas estructuradas en dos días; el primero bajo el título “La acción de la organización Lucha Revolucionaria” y el segundo bajo “Operación represiva, detenciones-juicio y solidaridad”.

La transcripción de las jornadas y su posterior edición, vio la luz en ocasión de las segundas jornadas organizadas por la asamblea en junio de 2012 tituladas “Por la lucha y la Revolución” estructuradas a sí mismo en dos días, “Los movimientos armados en Europa y su historia” y “La lucha y la perspectiva de la revolución social internacional como respuesta a la crisis del sistema”, ya que consideraron que no había dado tiempo a hacer un análisis en profundidad de la situación sociopolítica de la crisis actual y que se plantearon tantas cuestiones en las primeras jornadas que fue imposible abordarlas en dos días, como el papel de la lucha armada dentro de la lucha por la destrucción del sistema de dominación capitalista. En esta ocasión se invitó a los compañeros de otros países que irían a declarar al juicio como testigos políticos de la organización para que expusieran sus experiencias de lucha.

La traducción que se ha realizado corresponde prácticamente a la totalidad del contenido del primer día, dejando de lado algunas intervenciones del inicio por parte de otros participantes en la discusión, debido a que en nuestra opinión, éstas se desvían un poco de la cuestión que a nosotros nos interesaba mostrar, que se trata principalmente el dar a conocer el discurso y la acción de la organización Lucha Revolucionaria, así como el debate y la discusión que se genera en torno a él dentro del ámbito anarquista-antiautoritario griego.

Por los mismos motivos el segundo día tampoco ha sido traducido, ya que está centrado en cuestiones más específicas, como la práctica de la solidaridad en torno a este caso y más en general, la práctica de la solidaridad desde el ámbito anarquista-antiautoritario hacia los luchadores que asumen la responsabilidad política de LR, tema que debido a su especificidad y complejidad no puede ser reflejado simplemente con la traducción de este texto y necesitaría de muchas otras aportaciones complementarias para su comprensión.

Tras leer la transcripción, consideramos de gran valor el contenido de la misma, ya que ofrece una visión bastante objetiva –debido a la cantidad de opiniones diferentes vertidas durante los debates– y un análisis útil de la actual situación en el ámbito anarquista-antiautoritario en Grecia. Más concretamente del planteamiento que hace LR de la lucha armada como herramienta imprescindible dentro de la lucha por la destrucción del sistema de dominación actual. Pero también los otros puntos de vista de los participantes en la discusión posterior, ofrecen una amplitud de conceptos, de planteamientos y visiones sobre las prácticas de lucha.

El principal motivo por el cual nos decidimos a traducir este texto son las aportaciones que desde los diferentes análisis y debates surgidos se hacen, abordando una gran amplitud de temáticas, como el desarrollo de la lucha en la actualidad, la consecuencia entre teoría y práctica, la adecuación de las formas lucha, los posicionamientos enfrentados organización/informalidad, la idea de estructurar un plan de continuación dentro de las propias luchas fijando objetivos y avanzando en la consecución de los mismos. Constituye un oportunidad para acercar el discurso de LR al los hispanohablantes, ya que a pesar de los esfuerzos de mucha gente en traducir los diferentes textos existentes, aun no contamos con muchos de los materiales concernientes a esta organización.

Mucho se habla en los entornos anarquistas de todo el mundo sobre lo que acontece en Grecia, especialmente tras las revueltas del 2008, se mantiene una mirada fija hacia este lugar del planeta. El inmediatismo que proporciona el flujo de información virtual propio de la sociedad tecnológica actual, da pie a que se difunda rápidamente cada acontecimiento. Pero también da pie a la idealización y la creación en muchos casos de una imagen espectacular de los hechos, ya que muchas veces el desconocimiento del contexto y de las peculiaridades propias de cada sitio no permiten hacer un análisis crítico de los mismos.

Por eso consideramos que el texto aporta una visión realista –la objetividad total no existe– sobre las opiniones de los propios miembros de la organización Lucha Revolucionaria, así como de la crítica que existe dentro del ámbito anarquista-antiautoritario a la misma, de las diferencias y contradicciones existentes entre los análisis y las prácticas de lucha de las diferentes personas que forman lo que algunos llaman el “movimiento anarquista-antiautoritario” griego.

Decimos lo de “lo que algunos llaman” precisamente debido a un debate propio surgido a la hora de traducir el texto. En la lengua griega nos encontramos con un nombre bastante utilizado a la hora de designar dicho “movimiento”, la palabra a la que nos referimos es “ο χώρος”, literalmente “espacio, lugar”, en este contexto se traduciría como “ámbito, espectro” sin embargo en griego se utiliza como sujeto en infinidad de contextos en los que en castellano resultaría imposible. Esto nos ha llevado a traducir en algunas ocasiones la susodicha palabra como “movimiento”, ya que en castellano carecería de sentido utilizar “ámbito” como sujeto activo en ciertas frases.

La reflexión a la que nos conduce esta duda de traducción, es la no utilización de la palabra movimiento para definir la concentración de las diferentes corrientes de lucha social existentes en Grecia, cuando sin embargo desde el resto del mundo parece algunas veces inequívoco la fuerza que dicho “movimiento” tiene.

Resulta curioso porque refleja claramente que lo que existe en Grecia no es un movimiento consumado, sino un conjunto de grupos e individualidades con diferentes tendencias que confluyen dentro de un mismo ámbito, y por tanto no utilizan la palabra movimiento para autodefinirse, ya que no lo sienten como tal.

Creemos que es importante hacer hincapié en esta cuestión ya que facilita una comprensión más realista de la actual situación del ámbito anarquista-antiautoritario en Grecia, también consideramos importante el hecho de desmitificar la creencia de que en otros lugares no son posibles ciertas prácticas de lucha y en Grecia sí, de que las luchas que allí se llevan a cabo corresponden a la maduración del movimiento anarquista, inexistente en otros lugares, cuando son los mismos protagonistas los que no se autodenominan como movimiento, utilizando otros conceptos, o sólo utilizándolo cuando hacen referencia a la manera de crearlo o reunificarlo como solución a la situación existente. Todo esto sin dejar de lado el hecho de que las trayectorias de lucha y las realidades de ambos países son totalmente diferentes, especialmente en lo referente al desarrollo histórico de la cuestión de la lucha armada.

Aunque es cierto que no nos identificamos con algunas de las opiniones y planteamientos de los miembros que asumen la responsabilidad política de la organización, creemos que constituye un aporte valioso sobre la teoría y la práctica revolucionaria del que se pueden extraer muchas cosas válidas para la actual lucha contra el sistema de dominación capitalista.

Y finalmente añadir que la difusión de su discurso constituye para nosotros una forma más de mostrar nuestra solidaridad con los compañeros de Lucha Revolucionaria, cuyo proceso está en marcha. Desde aquí deseamos lo mejor y mandamos toda nuestra fuerza tanto a los compañeros Pola Roupa y Nikos Maziotis que se encuentran en clandestinidad, y al compañero Kostas Gournas, como al resto de compañeros que son acusados en el mismo proceso.

Flying Theory (Invierno 2013)

DESCARGA AQUI: http://flying.squat.gr/es/2013/03/24/espanol-dias-de-memoria-y-lucha-una-conversacion-con-lucha-revolucionaria

http://es.contrainfo.espiv.net/2013/03/25/grecia-dias-de-memoria-y-lucha-una-conversacion-con-lucha-revolucionaria/

Texto de lxs Compañerxs de la CCF : «La nueva guerrilla urbana anarquista»; «Ediciones Internacional negra»

LaNuevaGuerrillaUrbanaAnarquista

LEE Y DECARGA : LaNuevaGuerrillaUrbanaAnarquista

EDITORIAL

¿Cómo surgió el concepto de las ediciones Internacional Negra?

Ciertamente, tenemos mucho que hacer y aun más que decir. Muchas veces es requerida la respuesta a la pregunta “¿qué tenemos por objetivo?”.

Desde los primeros días de prisión, ningunx de nosotrxs ha detenido la producción de nuestra habla, sugerencias e imperativos. A través de textos, comunicados, pensamientos, discusiones sobre otros textos, panfletos, traducciones… Por supuesto, nosotrxs no olvidamos ni hemos olvidado que la teoría es una herramienta que obtiene su auténtico significado sólo cuando se combina con la esencial acción. Nunca buscamos conformarnos con inofensivas investigaciones teóricas, como tampoco hemos creído que las acciones hablan por sí solas.

Pueden aprisionar nuestros cuerpos, pero no nuestras ideas, creencias y valores, que continuarán escapándose a través de variados proyectos de insubordinación.

Uno de esos proyectos es la creación de las ediciones Internacional Negra, sostenida por nosotrxs, lxs miembrxs presxs de la Organización Anarquista Revolucionaria Conspiración de Células del Fuego, y por algunxs compas que cada día, a cada momento, encarnan en la práctica el valor de la SOLIDARIDAD. Juntxs con estxs compas deseamos crear un experimento de publicación anarquista que no se limite sólo en Grecia, sino que intenta difundirse en la red internacional de anarquistas, en la actual Internacional Negra que ahora, en el año 2012, pasa a ser una realidad fehaciente… Además, a través de esta perspectiva nos sentimos inspiradxs con el nombre de las ediciones, deseando que la Internacional Negra no se limite a repisas y estanterías, sino que busque su auténtico significado en las calles, donde la historia de la Insurgencia Anarquista y de la continua rebelión se escriba.

¿Cómo funcionarán las ediciones Internacional Negra?

En el desarrollo de las ediciones, tenemos algunas dificultades que tenemos la intención de tratar con sinceridad y honestidad. Nuestro punto de vista sobre la autogestión, y claramente sobre proyectos anticomercializados, es fijo y puede ser fácilmente comunicado en pocas palabras. No vendemos, compartimos. Para nosotrxs sería ideal, para el funcionamiento de las publicaciones, ser “auspiciadxs” por dinero expropiado al enemigo. En este sentido, no sólo sería más fácil el lograr la publicación de un libro, sino que, incluso más fundamental, esta sería la mejor manera para conectar éste proyecto con la Lucha Anarquista. Pero ahora estamos enfrentadxs con la condición forzada de confinamiento, que no nos deja espacio para “trabajar” exactamente en lo que queremos. Por lo tanto, estamos forzadxs a financiar la publicación y distribución de dichas publicaciones sugiriendo un precio opcional. Un precio en donde que quiera pueda intervenir de la manera que desee. Por ejemplo, en los espacios autogestionados en donde los libros estarán disponibles, estos estarán acompañados por una caja en donde cualquiera pueda contribuir, sin tener en cuenta el precio sugerido por nosotrxs. En el caso de las librerías, las publicaciones bien pueden ser usadas como entrenamiento para la expropiación…

Conspiración de Células del Fuego
y Theofilos Mavropoulos

Traducción:
Individualidades Anárquicas Atenienses
& “Conspiración Ácrata”
Atenas / México D.F.
Febrero 2013.

«MEMORIA ARMADA: En un día como hoy hace 112 años atras nace el Compañero Severino di Giovanni»

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«Himno a la Dinamita» (publicado en culmine en septiembre de 1926)

«Nosotrxs, acción y pensamiento; nosotrxs, anarquismo y rebelión; nosotrxs, iconoclastas y vengadorxs; no, no damos derecho de vida a la fiera, no estamos de acuerdo en tener misericordia con el reptil. Estamos con el heroísmo vindicador, ¡estamos con Gino Lucetti!
¡Qué bandera roja y negra podemos ahora hacer flamear al viento! ¡Qué júbilo nos hará estremecer de júbilo!
¡Gino Lucetti, nombre bandera, antorcha agitada, heroísmo incitante, alma de rebelión, alma dinamitera, alma nuestra, alma anárquica!
¡Nuestro, nuestro, nuestro!
¡Nos ha dado todo, vida, fiebre, acción, dinamita!
VIDA, por que esa debe ser tal, gozada, aspirada, bebida hasta lo amargo, a sorbos de cicuta y hiel, a sorbos de amor y de odio: el odio al liberticida y el amor a la libertad. Libertad que es la vida misma.
FIEBRE, fiebre y delirio, locura para que se destruya al ídolo. Fiebre y espasmo, ferocidad para que se humille a la fiera. ¡Fiebre de exaltación, de destrucción para que se salve la especie humana! ¡La especie de los humanos rebeldes!
ACCION, que haga temer, empalidecer, temblar, amedrentar, huir de pánico, pero que como rayo alcanza, aniquila. Acción, poesía del hombre, fruto de mujer, suprema divinización del ser humano. Acción: ¡rebelión!

DINAMITA, poder del desheredado, poder de la miseria, poder del hambre, potencia del atormentado. Dinamita, palidez del tirano. Dinamita, nuestra arma, arma anarquista, fuerte voz que rompe los tímpanos más protegidos.
Tú mereces nuestro pensamiento más florido, tú mereces ser recolectada en un jardín espiritual en capullo para que puedas abrirte como una rosa en el corazón de la tiranía.
Como hizo Gino Lucetti, el joven héroe, el joven anarquista, el heredero directo de Bruto, el romano; de Ravachol, el magnánimo; de Caserio, joven de corazón y de edad como él; de Angiolillo, el poeta de ‘Germinal’; de Bresci, el tejedor justiciero del Savoia.

Como hiciste tú, Gino Lucetti, con la dinamita.
Como harán otros, con la dinamita.
Como haremos nosotrxs, siempre, con la dinamita.
Hasta que la tiranía, el verdugo, la inquisición, hayan inclinado mortalmente la cabeza.
Y también cuando estemos muertxs retornaremos al regazo de la vida y cantaremos de nuevo tu himno, el himno a la dinamita. Será el canto de nuestros precursorxs, de los Ginos Lucetti de todas las épocas, y servirá para cerrar definitivamente el sepulcro sangriento del fascismo, de la guardia blanca, de los somatenes, de los camelots du roi, del Ku-Klux-Clan y de los liguistas”.

Extractos del texto «Severino di Giovanni: el idealista de la violencia, Osvaldo Bayer»; Capitulo II: POR NICOLA SACCO Y BARTOLOMEO VANZETTI

Severino

Extractos del texto «Severino di Giovanni: el idealista de la violencia, Osvaldo Bayer»; Capitulo I : FACCIA A FACCIA COL NEMIGO (cara a cara con el enemigo)

Severino había nacido en Chieti, hijo de Carmine Di Giovanni y de Rosaria Duranti -en la región de los Abruzos, a unos 189 kilómetros al oeste de Roma- el 17 de marzo de 1901; “De su niñez poco se conoce –escribirá L’Adunata dei Refrattari’, periódico anarquista de la colectividad italiana de Estados Unidos– pero se sabe que de pequeño fue inteligente, vivaz, rebelde a la autoridad familiar, y que sus padres lo enviaron por cierto tiempo a un instituto de Ancona”.(Nueva York, 28-3-31. Severino Di Giovanni quedó huérfano muy temprano y fue criado por un tío en forma muy rigurosa. Los Di Giovanni habían pasado muchos años en Filadelfia y luego regresado al hogar familiar, en Villamagna(Italia), población cercana a Chieti. De niño leía mucho y una hermana refirió la anécdota de que cuando los hermanos le preguntaban algo, Severino les contestaba sin levantar la vista del libro.)

Estudiará de maestro, pero sin llegar a recibirse. Ejercerá, no obstante, en una aldea de los Abruzos. Hay pocos maestros en Italia; la guerra ha cegado la vida de muchos hombres y se echa mano a los jóvenes -poco más que adolescentes- para cubrir los puestos de la vida civil que van dejando los que caen o los que marchan al frente en ese último año de la guerra.Severino, mientras tanto, aprende en sus horas libres el oficio de tipógrafo. Y lee, lee mucho: Proudhon, Bakunin, Reclus, Kropotkin, Malatesta, Nietzche, Stirner.

De la violencia de la guerra mundial vivida en su adolescencia -una guerra triste y miserable en la que los italianos son metidos de rondón- pasa al periodo más violento aún de la posguerra, que culmina con el advenimiento del fascismo. Es el momento en que se terminan las garantías individuales. Todo lo que es oposición es barrido por los squadristas. Al antifascista se lo humilla hasta el hartazgo: la cárcel, el exilio, la pérdida de su subsistencia, la bastonatura, el olio di ricino, cuando no el asesinato. Galeazzo Ciano, el arrogante favorito de Mussolini, describirá bien el ambiente de esos años con su famosa frase: “Il popolo bisogna tenerlo inquadrato e in uniforme della mattina a la sera. E ci vuole bastone, bastone e bastone”(“Al pueblo hay que tenerlo formado todo el día y en uniforme de la mañana a la noche. ¡Y quiere palos, palos y palos!”). Severino Di Giovanni, ahora sin empleo, abandona Italia. Esto ocurre en 1922.

Ya se ha casado con Teresa Masciulli, una sencilla muchacha a quien siempre Severino llamará Teresina. La boda ha sido algo repentina. Ella, prima de él, era la encargada de llevarle la comida. Una noche, la muchacha no pudo regresar por una fuerte tormenta y tuvo que quedarse con él. Suficiente para que, de acuerdo con las leyes no escritas de la región, debieran casarse para que Teresina no quedara deshonrada. Ella era mayor cuatro años que Severino. Los Di Giovanni eran tres hermanos varones y dos mujeres. Severino viajará a América del Sur, Alejandro a Francia y José y las dos mujeres quedarán en Villamagna.

Severino y Teresina recalarán en San Pablo, Brasil, y allí, en Santa Ana, él trabajará en la cosecha de maíz. En ese lugar nacerá la primera hija, Laura. De Brasil regresarán a Italia donde emprenderán el definitivo viaje a la Argentina.
En mayo de 1923, Di Giovanni, su mujer y su hija Laura llegan a bordo del vapor Sofía al puerto de Buenos Aires. Fueron a vivir a Ituzaingó. Allí, en media hectárea y con un motor a nafta para el agua, Severino cultivaba flores que vendía en el mercado de abasto al por mayor y también al menudeo, por rama.
Severino conseguirá luego un puesto de tipógrafo y comenzará a trabajar en el taller de Polli, en Morón. A partir de ese momento Di Giovanni hará la vida común de los obreros politizados de aquellos tiempos. Llegó a ser un buen obrero gráfico especializado: por lo general trabajó de tipógrafo pero también fue linotipista, de noche participaba en reuniones anarquistas o con grupos antifascistas.
Severino y Teresina componen un matrimonio prolífico: en 1924 nace la segunda hija, Aurora, y un año más tarde, Ilvo.

“L’Italia del Popolo” -diario liberal-socialista de la colectividad italiana– del 31 de enero de 1931 describe al Di Giovanni de esos años así: “En las reuniones distribuía o vendía diarios y revistas de tendencias anarquistas y hablaba para expresar su desacuerdo con los oradores. Para él, el antifascismo organizado por todas las tendencias engañaba a las masas y por eso inició la publicación de un periódico libertario llamado ‘Culmine’. Lo escribía, lo componía y lo imprimía el mismo, en sus momentos libres, robando horas al sueño (…) Cuando lo conocimos era un hombre sencillo, con un rostro agotado de muchacho a quien no siempre le alcanza para comer. Vestía más que humildemente, como un obrero común: saco y pantalón que a primera vista demostraban un prolongado uso, camisa sin cuello, un echarpe alrededor del cuello, gorra a la cabeza y las clásicas alpargatas proletarias (…) Al Capone -continúa el diario italiano, y esta frase es alusión a un editorial de ‘La Nación’ donde comparaba a Di Giovanni con el gangster norteamericano- no se veía por ningún lado. De rasgos bien conformados, rubio tirando al castaño, tez ligeramente rosada, tenía en sus ojos -de color azul mar- una luz intensa, casi febril…”

RECOMENDAMOS EL TEXTO «Severino di Giovanni: El idealista de la violencia», del historiador de la anarquia en Argentina; Osvaldo Bayer

TEXTO PARA DESCARGAR:

Serino de Giovanni el idealista de la violencia OB

Malos Aires Argentina; sale nº II: Periódico Anarquista «EXQUISITA REBELDÍA»

Compartimos el segundo número del periódico Anarquista «Exquisita

Rebeldía». Aprovechamos el enlace para mandar un cálido saludo a los

compañeros, Mario López, Eat y Billy, los 3 nuevamente en las calles.

(Mario con libertad provisional).  Alegrándonos con esta grata noticia.

 Imagen

Para ver el periodico:

http://www.mediafire.com/view/?wpl3jmfxxc3v0py

Para descargar:

http://www.mediafire.com/?wpl3jmfxxc3v0py

 

Contenido N°2

19 y 20 de 2001 (Argentina)

  • IIRSA
  • CNA Colombia, Desde Adentro
  • Amor, Género y Jerarquía
  • Marco Camenish
  • Poemas
  • Recomendados
  • Carla Verdugo e Ivan Silva
  • Caso Security
  • Actualización Mundial

…»Ya lo sé, la verdad hace sufrir;

ver acaso sea morir. Pero no importa,

ojo mío, !Mira!»

 

Editorial (fragmento)

Destruir los estados y sus sostenedorxs, sin importar los tipos de gobierno, sea de derecha, izquierda o centro siendo estos los gestores de tanta miseria y devastación en el mundo. Argentina como ejemplo claro de un sistema de gobierno democrático nos muestra que es igual de usurpador y demoledor a todos los otros tipos de gobierno; encontramos que por más que la sociedad se empecine en escalar hacía la tan “anhelada” democracia, la miseria y los problemas son los mismos que en cualquier otro sistema, esto lo podemos evidenciar con tan solo dar una mirada en la calle, en el tren, situaciones de pobreza, miseria, violencia, descontento; y nos vamos matando entre todxs ,mientras los poderosxs se encuentran aisladxs de esta realidad opresiva en la cual se sobrevive día a día y como siempre existirán sus lacayxs guardianes para p r o t e g e r l x s d e l a t a n t e m i d a inseguridad. Bajo el discurso gastado de inseguridad se despliegan más policías, más gendarmes en los trenes, más cámaras por todos lados y así el negocio de la inseguridad no va tan mal. La vigilancia y el ojo panóptico diciéndonos a gritos “¡Vean! ésta es la democracia, véanse en éste, el sistema capitalista”. Códigos, barra, números, tarjeta de identificación, tarjeta médica, tarjeta de transporte, turnos para comer, turnos por aquí y por allá, estamos codificadas desde antes de nacer hasta que padecemos con un ticket en nuestras manos para un turno en alguna parcela rentada.

 ¡He aquí la democracia, su tan querida democracia! Vean cuan lamentable es que pese a las crisis que se dan en varias regiones y territorios del mundo se sigue insistiendo en las mismas dinámicas. Por eso la importancia de proyectos como este periódico en esta región que anda bastante paralizada como muchas otras, somatizada, congelada; escribimos para reflexionar, analizar cuestiones que nos parecen importantes poner en debate, para evidenciarlos y así confrontarlos, para hacernos una autocrítica, para ondear en todo.

Este número trae consigo los recuerdos de aquellos días de furia imborrables, aquellos gritos de rabia que estallaron y se propagaron, por recuperar algo de lo que nos robaron y nos siguen quitando todos los días. Hablamos de los hechos sucedidos el 19 y 20 de diciembre del 2001 en la Argentina, tras la crisis económica y política, donde el estado asesinó impunemente a más de 30 manifestantes en una de las protestas más caóticas de los últimos años. Enfrentamientos con la policía, saqueos, destrozos y esa furia acumulada contra los que manejan este teatro de títeres, hoy nuevamente olvidada por muchos, escondida entre creencias políticas, un poco de dinero en los bolsillos y el siempre triste intento ciudadano de querer mantener la paz social.

Cualquiera que sea el gobierno de paso, este va a defender los lujos, privilegios y robos de las clases dominantes por lo cual el ser humano tendría que eliminar la idea de que si hay buenas personas en el poder todo va a cambiar. Ser c o n s e c u e n t e s y m á s q u e e s t o reprocharlo todo, confrontar y luchar contra estos regímenes y enemigos que han aniquilado al ser humano en toda su esencia. Todos los sistemas de control, d e s e g u r i d a d e s t á n f i n a m e n t e organizados y estratégicamente dados para que seamos vigiladxs, observadxs, perseguidxs, reprimidxs, invadidxs, generalizadxs y gobernadxs; nosotrxs seres pensantes les hacemos el juego perfecto “seguimos sus reglas (leyes)” y así les facilitamos a este suspicaz monstruo virulento traspasar cualquier lugar, corromper, contaminar, anulando al ser convirtiendo sus más íntimos deseos en sumisión. He aquí el punto, no hay que dejarles, hay que evidenciarlo y atacarlo.

Aunque muchas veces se les ha dejado fácil, por miedo, por cobardía, por comodidad, por mediocres, por pisotear al resto y sólo pensar en nosotros mismxs, por no entender nada, por ceguera voluntaria, porque sí. Podemos ver el panorama para darnos cuenta qué tanto se le ha vuelto difícil o no a las grandes corporaciones, a los grandes empresarios, a los políticos, a los estados, a la burguesía, al sistema-capital que atiende hoy a cualquier persona. Nunca es tarde para salirse del cerco, saltar la línea, quitarte el maquillaje, nunca será tarde para comenzar a vivir tu vida, tu única y propia vida. Agitemos nuestra sangre, nuestros corazones en contra de toda autoridad, contra todo lo que nos cohíbe para ser nosotrxs mismxs.(…)

Para conseguir el periodico en Buenos Aires:

 La Sala (Ex huerta orgásmica) (Caballito)

 Los Libros de la Esquina (Barracas)

 El Ateneo Anarquista (Constitución)

 Biblioteca Mauricio Morales (Paso del Rey. Oeste)

 Biblioteca Social Graminea (Lomas de Zamora. Sur)

 Biblioteca Gulie Polie (La Plata)

* Otros puntos de distribución puestos de diario.

 Retiro Hall tren Belgrano

 Retiro Hall Tren TBA

 Once Estacion de trenes Hall principal (1 punto distri)

 Once Puesto Diario plaza once (4 puntos de distri)

 Plaza constitución, Puesto diario sobre Brasil (2 puntos de distri) Plaza

contitución, Puestos diario hall pricipal (3 puntos de distri ) Plaza

contitución, Puestos diario paradas de bondis (4 puntos de distri)

 

Por cualquier consulta, participación o si queres la publicación en otras

regiones escribinos a: exquisitarebeldia@riseup.net.

Viva la Anarquía

 

«LXS DESTRUCTORES DE MAQUINAS»

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EN HOMENAJE A LXS LUDITAS (extraído del texto «Cabezas de Tormenta»; Crhistian Ferrer.)

EL CÓDIGO SANGRIENTO

Desde muy antiguo la horca ha sido un castigo ignominioso. Si se medita sobre su familiaridad estructural con la picota comprendemos por qué está ubicada en el escalón más alto reservado a la denigración de una persona. A ella sólo accedían los bajos estratos delincuentes o refractarios: a quien no plegaba las rodillas se le doblaba la cerviz por la fuerza. Algunos ajusticiados famosos de la época moderna fueron mártires: a Parsons, Spies y a sus compañeros de patíbulo los recordamos tenuemente cada 1º de Mayo. Pero pocos recuerdan el nombre de James Towle, quien en 1816 fue el último “destructor de máquinas” a quien se le quebró la nuca. Cayó por el pozo de la horca gritando un himno ludita hasta que sus cuerdas vocales se cerraron en un solo nudo. Un cortejo fúnebre de tres mil personas entonó el final del himno en su lugar, a capella. Tres años antes, en catorce cadalsos alineados se habían balanceado otros tantos acusados de practicar el “ludismo”, apodo de un nuevo crimen recientemente legislado. Por aquel tiempo existían decenas de delitos tipificados cuyos autores entraban al reino de los cielos pasando por el ojo de una soga. Por asesinato, por adulterio, por robo, por blasfemia, por disidencia política, muchos eran los actos por lo cuales podía perderse el hilo de la vida. En 1830 a un niño de sólo nueve años se lo ahorcó por haber robado unas tizas de colores, y así hasta 1870 cuando un decreto humanitario acomodó todos ellos en cuatro categorías. A las duras leyes que a todos con  templaban se las conoció como The Bloody Code. Pero el ludismo se constituyó en un insólito delito capital: desde 1812, maltratar una máquina en Inglaterra costaría el pellejo. En verdad pocos recuerdan a los luditas, a los “ludds”, título con el que se reconocían entre ellos. De vez en cuando, estampas de aquella sublevación popular que se hiciera famosa a causa de la destrucción de máquinas han sido retomadas por tecnócratas neoliberales o por historiadores progresistas y exhibidas como muestra ejemplar del absurdo político: “reivindicaciones reaccionarias”, “etapa artesanal de la conciencia laboralista”, “revuelta obrera textil empañada por tintes campesinos”. En fin, nada que se acerque a la verdad. Unos y otros se han repartido en partes alícuotas la condena del movimiento ludita, rechazo que en el primer caso es interesada y en el segundo fruto de la ignorancia y el prejuicio. La imagen de los luditas transmitida por diestra y siniestra es la de una tumultuosa horda simiesca de pseudocampesinos iracundos que golpean y aplastan las flores de hierro donde libaban las abejas del progreso. En suma: el cartel rutero que señala el linde de la última rebelión medieval. Allá, una paleontología; aquí un bestiario.

NED LUDD, FANTASMA

Todo comenzó un 12 de abril de 1811. Durante la noche, trescientos cincuenta hombres, mujeres y niños arremetieron contra una fábrica de hilados de Nottinghamshire, destruyendo los grandes telares a golpes de maza y prendiendo fuego a las instalaciones. Lo que allí ocurrió pronto sería folklore popular. La fábrica pertenecía a William Cartwright, fabricante de hilados de mala calidad pero pertrechado de nueva maquinaria. La fábrica, en sí misma, era por aquellos años un hongo nuevo en el paisaje: lo habitual era el trabajo cumplido en pequeños talleres. Otros setenta telares fueron destrozados esa misma noche en otros pueblos de las cercanías. El incendio y el haz de mazas se desplazaron luego hacia los condados vecinos de Derby, Lancashire y York, corazón de la Inglaterra de principios del siglo XIX y centro de gravedad de la Revolución Industrial. El reguero que había partido del pueblo de Arnold se expandió sin control por el centro de Inglaterra durante dos años, perseguido por un ejército de diez mil soldados al mando del general Thomas Maitland. ¿Diez mil soldados? Wellington mandaba sobre bastantes menos cuando inició sus movimientos contra Napoleón desde Portugal. ¿Más que contra Francia? Tiene sentido: Francia estaba en el aire de las inmediaciones y de las intimidaciones; pero no era la Francia napoleónica el fantasma que recorría la corte inglesa, sino la asamblearia. Sólo un cuarto de siglo había corrido desde el Año I de la Revolución. Diez mil soldados. El número es índice de lo muy difícil que fue acabar con los luditas. Quizá porque los miembros del movimiento se confundían con la comunidad. En un doble sentido: contaban con el apoyo de la población, eran la población. Maitland y sus soldados buscaron desesperadamente a Ned Ludd, su líder. Pero no lo encontraron. Jamás podrían haberlo encontrado, porque Ned Ludd nunca existió: fue un nombre propio pergeñado por los pobladores para despistar a Maitland. Otros líderes que firmaron cartas burlonas, amenazantes o peticiones se apellidaban “Mr. Pistol”,“Lady Ludd”, “Peter Plush” (felpa), “General Justice”,  “No King”, “King Ludd” y “Joe Firebrand” (el incendiario). Algún remitente aclaraba que el sello de correos había sido estampado en los cercanos “Bosques de Sherwood”. Una mitología incipiente se superponía a otra más antigua. Los hombres de Maitland se vieron obligados a recurrir a espías, agentes provocadores e infiltrados, que hasta entonces constituían un recurso poco esencial de la logística utilizada en casos de guerra exterior. He aquí una reorganización temprana de la fuerza policial, a la cual ahora llamamos “inteligencia”. Si a los acontecimientos que lograron tener en vilo al reino y al Parlamento se los devoró el incinerador de la historia, es justamente porque el objetivo de los luditas no era político sino la destrucción de las maquinas, que venían a sustituir los oficios realizados por  las personas: no querían el poder sino poder desviar la dinámica de la industrialización acelerada.

Una ambición imposible. Apenas quedaron testimonios: algunas canciones, actas de juicios, informes de autoridades militares o de espías, noticias periodísticas, cien mil libras de pérdidas, una sesión del Parlamento dedicada a ellos, poco más. Y los hechos: dos años de lucha social violenta, mil cien máquinas destruidas, un ejército enviado a “pacificar” las regiones sublevadas, cinco o seis fábricas quemadas, quince luditas muertos, trece confinados en Australia, otros catorce ahorcados ante las murallas del castillo de York, y algunos coletazos finales. ¿Por qué sabemos tan poco sobre las intenciones luditas y sobre su organización? La propia fantasmagoría de Ned Ludd lo explica: aquella fue una sublevación sin líderes, sin organización centralizada, sin libros capitales y con un objetivo quimérico: discutir de igual a igual con los nuevos industriales. Pero ninguna sublevación “espontánea”, ninguna huelga “salvaje”, ningún “estallido” de violencia popular salta de un repollo. Lleva años de  incubación, generaciones transmitiéndose una herencia de maltrato, poblaciones enteras macerando saberes de resistencia:

a veces, siglos enteros se vierten en un solo día. La espoleta, generalmente, la saca el adversario. Hacia 1810, el alza de precios, la pérdida de mercados a causa de la guerra y un complot de los nuevos industriales y de los distribuidores de productos textiles de Londres para que éstos no compren mercadería a los talleres de las pequeñas aldeas textiles encendió la mecha. Por otra parte, las reuniones políticas y la libertad de letra impresa habían sido prohibidas con la excusa de la guerra contra Napoleón, y la ley prohibía emigrar a los tejedores, aunque se estuvieran muriendo de hambre: Inglaterra no debía entregar su expertise al mundo.

Los luditas inventaron una logística de urgencia. Ella abarcaba un sistema de delegados y de correos humanos que recorrían los cuatro condados, juramentos secretos de lealtad, técnicas de camuflaje, centinelas, organizadores de robo de armas en el campamento enemigo, pintadas en las paredes. Y además descollaron en el viejo arte de componer canciones de guerra, a las cuales llamaban  himnos. En uno de los pocos que han sido recopilados puede aún escucharse:

 

“Ella tiene un brazo

Y aunque sólo tiene uno

Hay magia en ese brazo único

Que crucifica a millones

Destruyamos al Rey Vapor, el Salvaje Moloch”,

 

Y en otra:

 

“Noche tras noche, cuando todo está quieto

Y la luna ya ha cruzado la colina

Marchamos a hacer nuestra voluntad

¡Con hacha, pica y fusil!”.

 

los luditas provenían de la fábrica Enoch. Por eso cantaban :

 

“La Gran Enoch irá al frente

 Deténgala quien se atreva,deténgala quien pueda

Adelante los hombres gallardos

¡Con hacha, pica y fusil!”.

La imagen de la maza trascenderá la breve epopeya ludita. En la iconología anarquista de principios de siglo, Hércules sindicalizados suelen estar a punto de aplastar con una gran maza, no ya máquinas, sino al sistema fabril entero. Todos estos blues de la técnica no deben hacer perder de vista que las autoridades no sólo querían aplastar la sublevación popular, también buscaban impedir la organización de sectas obreras, en una época en la cual solamente los industriales estaban unidos. Carbonarios, conjurados, la Mano Negra de Cádiz, sindicalistas revolucionarios: en el siglo pasado la horca fue la horma para muchas intentonas sediciosas.

“FAIR PLAY”

 Y nadie recuerda lo que significaron en otro tiempo las palabras “precio justo” o “renta decorosa”. Entonces, como ahora, una estrategia de recambio y aceleración tecnológicos y de realineamiento forzado de las poblaciones retorcía los paisajes. Roma se construyó en siete siglos, Manchester y Liverpool en sólo veinte años. Más adelante, en Asia y África se implantarían enclaves en dos semanas.

Nadie estaba preparado para un cambio de escala semejante. La mano invisible del mercado es tactilidad distinta del trato pactado en mercados visibles y a la mano. El ingreso inconsulto de nueva maquinaria, la evicción semi-obligada de las aldeas y su concentración en nuevas ciudades fabriles, la extensión del principio del lucro indiscriminado el violento descentramiento de las costumbres fueron caldo de cultivo de la rebelión. Pero el lugar común no existió: los luditas no renegaban de toda la tecnología, sino de aquella que representaba un daño moral al común; y su violencia estuvo dirigida no contra las máquinas en sí mismas (obvio: no rompían sus propias y bastante complejas maquinarias) sino contra los símbolos de la nueva economía política triunfante (concentración en fábricas urbanas, maquinaria imposible de adquirir y administrar por las comunidades). Y de todos modos, ni siquiera inventaron la técnica que los hizo famosos: destruir máquinas y atacar la casa del patrón eran tácticas habituales para forzar un aumento de salarios desde hacía cien años al menos. Muy pronto se sabrá que los nuevos engranajes podían ser aferrados por trabajadores cuyas manos eran inexpertas y sus bolsillos estaban vacíos. La violencia fue contra las máquinas, pero la sangre corrió primero por cuenta de los fabricantes. En verdad, lo que alarmó de la actividad ludita fue la nueva modalidad simbólica de la violencia. De modo que una consecuencia inevitable de la rebelión fue un mayor ensamblaje entre grandes industriales y administración eestatal: es un pacto que ya no se quebrantará.

Los luditas aún nos hacen preguntas: ¿hay límites? ¿Es posible oponerse a la introducción de maquinaria o de procesos laborales cuando éstos son dañinos para la comunidad? ¿Importan las consecuencias sociales de la violencia técnica? ¿Existe un espacio de audición para las opiniones comunitarias? ¿Se pueden discutir las nuevas tecnologías de la “globalización” sobre supuestos morales y no solamente sobre consideraciones estadísticas y planificadoras? ¿La novedad y la velocidad operacional son valores? A nadie escapará la actualidad de los temas. Están entre nosotros. Los luditas percibieron agudamente el inicio de la era de la técnica, por eso plantearon el “tema de la maquinaria”, que es menos una cuestión técnica que política y moral. Entonces, los fabricantes y los squires terratenientes acusaban a los luditas del crimen de jacobinismo; hoy los tecnócratas acusan a los críticos del sistema fabril de nostálgicos. Pero los Ludds sabían que no se estaban enfrentando solamente a codiciosos fabricantes de tejidos sino a la violencia técnica de la fábrica. Futuro anterior: pensaron la modernidad tecnológica por adelantado.

EPÍLOGOS

El 27 de febrero de 1812 fue un día memorable para la historia del capitalismo, pero también para la crónica de las batallas perdidas. Los pobres violentos son tema parlamentario: habitualmente el temario los contempla únicamente

cuando se refrendan y limitan conquistas ya conseguidas de hecho, o cuando se liman algunas aristas excesivas de duros paquetes presupuestarios, pero aún más rutinariamente cuando se debaten medidas ejemplares. Ese día lord Byron ingresa al Parlamento por primera y última vez. Desde Guy Fawkes, quien se empeñó en volarlo por los aires en el año 1605, nadie se había atrevido a ingresar en la Cámara de los Lores con la intención de contradecirlos. Durante la sesión, presidida por el primer ministro Perceval, se discute la pertinencia del agregado de un inciso faltante de la pena capital, a la cual se conocerá como Framebreaking Bill: la pena de muerte por romper una máquina. Es Lords vs. Ludds: cien contra uno. Por aquel entonces Byron trabajaba intensamente en su poema Childe Harold, pero se hizo de un tiempo para

visitar las zonas sediciosas a fin de tener una idea propia de la situación. Ya el proyecto de ley había sido aprobado en la Cámara de los Comunes. El futuro primer ministro William Lamb (Guillermo Oveja) votó a favor  no sin aconsejar al resto de sus pares hacer lo mismo pues “el miedo a la muerte tiene una influencia poderosa sobre la mente humana”. Lord Byron intenta una defensa admirable pero inútil. En un pasaje de su discurso, al tiempo que trata a los soldados como un ejército de ocupación, expone el rechazo que habían provocado entre la población:

¡Marchas y contramarchas!

¡De Nottingham a Bulwell, de Bulwell a Banford, de Banford a Mansfield!

Y cuando al fin los destacamentos llegaban a destino, con todo el orgullo, la

pompa y la circunstancia propia de una guerra gloriosa,

lo hacían a tiempo sólo para ser espectadores de lo que había

sido hecho, para dar fe de la fuga de los responsables, para recoger fragmentos de máquinas rotas

y para volver a sus campamentos ante la mofa hecha por las viejas y el abucheo de los niños.

Y agrega una súplica: “¿Es que no hay ya suficiente sangre en vuestro código legal de modo que sea preciso derramar aún más para que ascienda al cielo y testifique contra ustedes? ¿Y cómo se hará cumplir esta ley? ¿Se colocará una horca en cada pueblo y de cada hombre se hará un espantapájaros?”. Pero nadie lo apoya. Byron se decide a publicar en un periódico un peligroso poema en cuyos últimos versos se leía:

Algunos vecinos pensaron, sin duda, que era chocante,

Cuando el hambre clama y la pobreza gime,

Que la vida sea valuada menos aún que una mercancía

Y la rotura de un armazón conduzca a quebrar los huesos

Si así demostrara ser, espero, por esa señal

(Y quien rehusaría participar de esta esperanza)

Que los esqueletos de los tontos sean los primeros en ser rotos

Quienes, cuando se les pregunta por un remedio, recomiendan una soga.

 

Quizás lord Byron sintió simpatía por los luditas o quizá –dandy al fin y al cabo– detestaba la codicia de los comerciantes, pero seguramente no llegó a darse cuenta de que la nueva ley representaba, en verdad, el parto simbólico del capitalismo. El resto de su vida Byron vivirá en el Continente. Un poco antes de abandonar Inglaterra publica un verso ocasional en cuyo colofón se leía “Down with all the kings but King Ludd”.

En enero de 1813 se cuelga a George Mellor, uno de los pocos capitanes luditas que fueron agarrados, y unos pocos

meses después es el turno de otros catorce que habían atacado la propiedad de Joseph Ratcliffe, un poderoso industrial. No había antecedentes en Inglaterra de que tantos hubieran sido hospedados por la horca en un solo día. También este número es un índice. El gobierno había ofrecido recompensas suculentas en sus pueblos de origen a cambio de información incriminatoria, pero todos los aldeanos que se presentaron por la retribución dieron información falsa y usaron el dinero para pagar la defensa de los acusados. No obstante, la posibilidad de un juicio justo estaba fuera de cuestión, a pesar de las endebles pruebas en su contra. Los catorce ajusticiados frente a los muros de York se encaminaron hacia su hora suprema entonando un himno religioso, Behold the Saviour of Mankind. La mayoría eran metodistas. En cuanto la rebelión se extendió por los cuatro costados de la región textil también se complicó el mosaico de implicados: demócratas seguidores de Tom Paine (llamados “painistas”), religiosos radicales, algunos de los cuales heredaban el espíritu de las sectas exaltadas del siglo anterior –levellers, ranters, southscottians–, incipientes organizadores de Trade Unions (entre los luditas apresados no sólo había tejedores sino todo tipo de oficios), emigrantes irlandeses jacobinos.

Siempre ocurre: el internacionalismo es viejo. Todos los días las ciudades dan de baja a miles y miles de nombres, todos los días se descoyuntan en la memoria las sílabas de incontables apellidos del pasado humano. Sus historias son sacrificadas en oscuros cenotes. Ned Ludd, lord Byron, Cartwright, Perceval, Mellor, Maitland, Ogden, Hoyle, ningún nombre debe perderse. El general Maitland fue bien recompensado por sus servicios: se le concedió el título nobiliario de baronet y fue nombrado gobernador de Malta y después comandante en jefe del Mar Mediterráneo y después Alto Comisionado para las Islas Jónicas. Antes de irse del todo, aún tuvo tiempo de aplastar una revolución en Cefalonia. Perceval, el primer ministro, fue asesinado por un alienado incluso antes de que colgaran al último ludita. William Cartwright continuó con su lucrativa industria y prosperó, y el modelo fabril hizo metástasis. Uno de sus hijos se suicidó nada menos que en el medio del Palacio de Cristal durante la Exposición Mundial de productos industriales de 1851, pero el tronar de la sala de máquinas en movimiento amortiguó el ruido del disparo.

Cuando algunos años después de los acontecimientos murió un espía local –un judas– que se había quedado en las inmediaciones, su tumba fue profanada y el cuerpo exhumado vendido a estudiantes de medicina. Algunos luditas fueron vistos veinte años más tarde cuando se fundaron en Londres las primeras organizaciones de la clase obrera. Otros que habían sido confinados en tierras raras dejaron alguna huella en Australia y la Polinesia. Itinerarios semejantes pueden ser

rastreados después de la Comuna de París y de la Revolución Española de 1936. Pero la mayoría de los pobladores de aquellos cuatro condados parecen haber hecho un pacto de anonimato, refrendación de aquella omertá anterior llamada “Ned Ludd”: en los valles nadie volvió a hablar de su participación en la rebelión. La lección había sido dura y la ley de la tecnología lo era más aún. Quizá de vez en cuando, en alguna taberna, alguna palabra, alguna canción; hilachas que nadie registró. Fueron un aborto de la historia. Nadie aprecia ese tipo de despojos.

VOCES

¿Por qué demorarse en la historia de Ned Ludd y de los destructores de máquinas? Sus actos furiosos sobreviv en nuemente en brevísimas notas al pie de página del gran libro autobiográfico de la humanidad y la consistencia de su historia es anónima, muy frágil y casi absurda, lo que a veces promueve la curiosidad pero las más de las veces el desinterés por lo que no amerita dinastía. No es éste un siglo para detenerse: el burgués del siglo XIX podía darse el lujo de recrearse lentamente con un folletín, pero las audiencias de este siglo apenas disponen de un par de horas para hojear la programación televisiva. Vivimos en la época de la taquicardia, como sarcásticamente la definió Ezequiel Martínez Estrada. Remontar el curso de la historia a contracorriente a fin de reposar en el ojo de sus hu abrió paso al mundo de los muertos con melodías que destrabaron cerrojos perfectos. Nosotros solamente podemos guiarnos por los fogonazos espectrales que estallan en viejos libros: soplos agónicos entre harapos lingüísticos. Cualquier otro rastro ya se ha disuelto en los elementos. Pero si los elementos fueran capaces de articular un lenguaje, entonces podrían devolvernos la memoria guardada de todo aquello que ha circulado por su “cuerpo” (por ejemplo, todos los remos que hendieron al agua en todos los tiempos, o todas las herraduras que pisaron la tierra, y así). A su turno, el aire devolvería la totalidad de las voces que han sido lanzadas por las bocas de todos los humanos que han existido desde el comienzo de los tiempos. En verdad, millones son las palabras dichas en cada minuto. Pero ninguna se habría perdido, ni siquiera las de los mudos. Todas ellas habrían quedado registradas en la transparencia atmosférica, cuya relación con la audibilidad humana aún está por investigarse: sería algo así como cuando los dedos de los niños garabatean raudos graffittis o nerviosos corazones en vidrios empañados por el propio aliento. Si se pudiera traducir ese archivo oral a nuestro lenguaje, entonces todas las cosas dichas volverían en un solo instante componiendo la voz de una runa mayor o la memoria total de la historia. En el viento se han sembrado voces que son conducidas de época en época; y cualquier oído puede cosechar lo que en otros tiempos fue tempestad. El viento es tan buen conductor de las memorias porque lo dicho fue tan necesario como involuntario, o bien porque a veces nos sentimos más cerca de los muertos que de los vivos. De tantas cosas dichas, yo no puedo ni quiero dejar de escuchar lo que Ben, un viejo ludita, les dijo a unos historiadores locales del condado de Derby cincuenta años después de los sucesos:

“Me amarga tanto que los vecinos de hoy en día

Mal interpreten las cosas que hicimos nosotros, los luditas”.

¿Pero cómo podía alguien, entonces, en plena euforia por  el progreso, prestar oídos a las verdades luditas? No había, y no hay aún, audición posible para las profecías de los derrotados. La queja de Ben constituyó la última palabra del movimiento ludita, a su vez eco apagado del quejido de quienes fueron ahorcados en 1813. Y quizá yo haya escrito todo esto con el único fin de escuchar mejor a Ben. Me aferro y tiro de su hilillo de voz como lo haría cualquier semejante que recorriera este laberinto.

«EL ÚNICO» ; por Max Stirner

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EL UNICO MS texto RV

La época precristiana y la cristiana han perseguido fines opuestos. La primera quiso idealizar lo real, y la segunda realizar lo ideal; una buscó al Espíritu Santo, la segunda busca al cuerpo glorificado. Así, la primera conduce a la insensibilidad respecto a lo real, al desprecio del Mundo, mientras que la segunda finalizará con la ruina de lo ideal y el desprecio del Espíritu.

Los miembros de la oposición real – ideal son incompatibles y lo uno no puede nunca devenir en lo otro: si lo ideal se hiciese real, ya no sería lo ideal, y si lo real se hiciese ideal sería lo ideal y no sería lo real. La contradicción entre ambos términos no puede resolverse a menos que algo los aniquile. Sólo en este algo, en este tercer término, desaparece la contradicción. De lo contrario, ideal y real no se encuentran jamás. La idea no puede ser realizada y seguir siendo idea, es preciso que perezca como idea, lo mismo sucede con lo real que deviene ideal.

Ante nosotros se presentan los antiguos partidarios de la idea, y los modernos partidarios de la realidad. Ni unos ni otros llegaron a deshacerse de esta oposición; los antiguos se limitaron a desear al Espíritu, y desde el día en que pareció que este deseo estaba satisfecho y que el Espíritu parecía llegar, los modernos comenzaron a aspirar a la secularización de ese espíritu, que deberá permanecer eternamente como un deseo piadoso.

El deseo piadoso de los antiguos era la santidad, el de los modernos es la corporalidad. Pero lo mismo que la antigüedad debía sucumbir el día en que sus deseos se realizaran (porque no existía más que por ellos), así también es imposible alcanzar la corporeidad sin salir del Cristianismo. A la corriente de santificación o de purificación que atraviesa el mundo antiguo (abluciones, etc.) le sigue la corriente de encarnación a través del mundo cristiano:

Dios se precipita en este mundo, se hace carne y quiere rescatar el mundo, es decir, llenarlo de él; como Dios es la Idea o el Espíritu, se termina por introducir la Idea en todo, en el mundo, demostrando que la Idea, la razón está en todo, como, por ejemplo, lo hace Hegel. A lo que los estoicos del paganismo alababan como Sabio, corresponde en la cultura actual al Hombre; uno y otro son dos seres sin carne. El sabio irreal, ese santo incorporal de los estoicos, ha devenido en persona real y santo corporal en el Dios encarnado; el hombre irreal, el Yo incorpóreo llegará a ser real en el Yo corporal que Yo soy.

Al Cristianismo está ligada la cuestión de la existencia de Dios; esta cuestión, sin cesar repetida y debatida, prueba que el deseo de la existencia, de la corporalidad, de la personalidad, de la realidad, era un asunto de constante preocupación, porque nunca se llegaba a una solución satisfactoria. Por fi n declinó la cuestión de la existencia de Dios, pero sólo para levantarse inmediatamente bajo una nueva forma, en la doctrina de la existencia de lo divino (Feuerbach). Pero lo divino tampoco tiene existencia, y su último refugio, que es el que lo puramente humano  puede ser realizado, pronto no tendrá ya asilo que ofrecerle.

Ninguna idea tiene existencia, porque ninguna es susceptible de corporizarse. La controversia escolástica del realismo y del nominalismo no tuvo otro objeto. En suma, ese problema atravesó de un extremo a otro la historia cristiana y no pudo encontrar en ella su solución.

El mundo cristiano se esfuerza en realizar las Ideas en todas las circunstancias de la vida individual y en todas las instituciones y en las leyes de la Iglesia y del Estado; pero esas Ideas resisten siempre a sus tentativas y siempre les queda alguna cosa que no es posible corporizar (o lo que es igual, es irrealizable); cualquiera que sea el empeño que uno ponga en dotarlas de un cuerpo, esas ideas permanecen siempre sin realidad tangible.

El realizador de ideas se inquieta poco por las realidades, si esas realidades se encarnan en una idea; así, examina sin descanso si en lo realizado habita su núcleo, la Idea; al experimentarlo real, experimenta al mismo tiempo la Idea y comprueba si es realizable tal como él la piensa, o bien si la ha comprendido incorrectamente y por tanto es irrealizable.

En cuanto existencias, la familia, el Estado, etc., ya no le interesan al cristiano; los cristianos no deben, como los antiguos, sacrificarse por esas cosas divinas, sino interesarse por ellas como realización del Espíritu. La familia real ha venido a ser indiferente, y una familia ideal (verdaderamente real) debe brotar de ella; familia santa, familia bendita de Dios, o en el estilo liberal, familia racional. Para los antiguos, la familia, la patria, el Estado, etc. tienen una actualidad divina; para los modernos, en cambio, aguardan la divinización y son, bajo su forma existente, inacabados terrenales y deben ser liberados, es decir, deben ser realizados verdaderamente En otros términos, la familia, etc. no son lo existente y lo real, sino lo divino, la Idea; la cuestión está en saber si tal familia podrá llegar a ser real por obra de lo verdadero real, de la Idea. El individuo no tiene por deber servir a la familia como una divinidad, sino servir a lo divino y elevar hasta él la familia aún no divina; es decir, someterlo todo a la Idea, enarbolar por todas partes la bandera de la idea, y llevar la Idea a una actividad que sea realmente real y eficaz. Si bien el Cristianismo y la antigüedad tienen que ver con lo divino, llegan siempre a él por las vías más opuestas. Al fi n del paganismo, lo divino se hace extra mundano; al fi n del cristianismo, intramundano. La antigüedad no consiguió ponerlo completamente fuera del mundo y cuando el cristianismo completa esa tarea, lo divino tiende a reintegrarse con el mundo y quiere “redimirlo”. Pero, en el seno del Cristianismo, lo divino como intramundano no se transforma ni puede transformarse en lo mundano mismo, porque lo malo, lo irracional, lo fortuito, lo egoísta, son lo mundano, en el mal sentido de la palabra, y están y permanecen cerrados a lo divino. El Cristianismo comienza con la encarnación de Dios que se hace hombre y prosigue toda su obra de conversión y de redención, con el fi n de llevar a Dios a florecer en todos los hombres y en todo lo humano y de penetrarlo todo del Espíritu. Él se atiene a preparar una sede para el Espíritu.

Si se llegó finalmente a poner la atención sobre el Hombre o la humanidad, fue de nuevo la idea lo que se eternizó. ¡El Hombre no muere! Se pensó haber encontrado la realidad de la idea: el Hombre que es el Yo de la historia; es él, ese ideal, el que se desarrolla, es decir, se realiza. Él es verdaderamente real y corporal, porque la historia es su cuerpo, del que los individuos no son más que los miembros. Cristo es el Yo de la historia del mundo, hasta de la que precede a su aparición sobre la Tierra; para la filosofía moderna, en cambio, ese Yo es el Hombre. La imagen de Cristo ha venido a ser la imagen del Hombre, y el Hombre como tal, el Hombre, es el centro de la historia. Con el Hombre reaparece el comienzo imaginario, porque el Hombre es tan imaginario como el Cristo. El Hombre, Yo de la historia del mundo, cierra el ciclo del pensamiento cristiano. El círculo mágico del cristianismo se quebraría si cesara el conflicto entre la existencia y la vocación, entre Yo tal como soy y Yo tal como debo ser; el cristianismo no consiste más que en la aspiración de la Idea a la corporalidad, y expira si desaparece la separación entre ambos. El Cristianismo sólo subsiste si la Idea persiste como Idea (y el Hombre y la Humanidad son solamente Ideas sin cuerpo). La idea devenida corporal, el Espíritu encadenado o perfecto, flotan ante los ojos del cristiano y representan en su imaginación el último día o el objetivo de la historia, pero para él no son su presente. El individuo sólo puede tomar parte en la edificación del reino de Dios, o bien, en su forma moderna, en el desarrollo de la historia y de la humanidad, y esta participación es la que da un valor cristiano, o, en forma moderna, humano; para lo demás no es más que un puñado de ceniza y pasto de los gusanos.

Que el individuo sea para sí una historia universal, y que el resto de la historia no sea más que su propiedad va más allá del Cristianismo. Para éste, la historia es superior, porque es la historia de Cristo o del Hombre; para el egoísta, sólo su historia tiene un valor, porque no quiere desarrollar otra cosa que no sea a él mismo y no quiere desarrollar el plan de Dios, o los designios de la Providencia, o la libertad, etc. Él no se considera un instrumento de la Idea o un recipiente de Dios, no reconoce ninguna vocación, no se imagina destinado a contribuir al desarrollo de la humanidad, y no cree en el deber de aportar su óbolo para este desarrollo; vive su vida sin preocuparse de que la humanidad obtenga de ella pérdida o provecho.

Si no nos llevara a confundirnos con la idea de que un estado de naturaleza debe ser alabado, podríamos recordar la historia de los tres gitanos de Lenau. 205 – ¡Y qué! ¿Acaso yo estoy en el mundo para realizar ideas, para realizar con mi civismo la Idea

205- El autor se refiere a un poema de Lenau (escritor austríaco contemporáneo de Stirner): Un viajero, angustiado por su mala suerte se encuentra con tres gitanos que están todavía peor que él. Ninguno de los gitanos parece preocuparse por su estado, uno toca la gaita, el otro fuma y el tercero duerme. Es una historia que se rebela contra la “seriedad” con que los hombres suelen tomarse la vida (N.R.).

 

del Estado, o para dar por mi matrimonio una existencia como esposo y padre a la Idea de familia? ¿Qué quiere de mí esa vocación? Yo no vivo para realizar una vocación, al igual que la flor no nace y exhala perfume por sea su deber hacerlo. 206-El ideal Hombre está realizado cuando la concepción cristiana se transforma en lo siguiente: Yo, este único, soy el Hombre. La cuestión conceptual: ¿Qué es el hombre? se ha convertido en la pregunta personal: ¿Quién es el hombre? El “qué es”, se preguntaba por el concepto a realizar; comenzando por “el quién es” desaparece la cuestión, porque la respuesta está a la mano del que hace la pregunta: la pregunta se responde a sí misma. Se dice de Dios: Los nombres no te nombran. Eso es igualmente justo para Mí; ningún concepto me expresa, nada de lo que se considera como mi esencia me agota, no son más que nombres. De Dios se dice, además, que es perfecto, y que no tiene ninguna vocación, que no tiene que tender hacia la perfección. También esto es cierto para Mí.

Yo soy el propietario de mi poder, y lo soy cuando me sé Único. En el Único, el poseedor vuelve a la nada creadora de la que ha salido. Todo ser superior a Mí, sea Dios o sea el Hombre, se debilita ante el sentimiento de mi unicidad, y palidece al sol de esa conciencia. Si yo baso mi causa en Mí, el Único, mi causa reposa sobre su creador efímero y perecedero que se consume a sí mismo, y Yo puedo decir:

“Yo he basado mi causa en Nada”.

 

206- Stirner se rebela contra tres “reencarnaciones” de la perspectiva cristiana: primero, la idea cristiana según la cual los hombres se realizan en el “otro mundo”; segundo, contra la idea hegeliana según la cual los individuos se realizan en el Estado: y tercero, contra la versión revolucionaria, supuestamente superadora, según la cual los individuos se realizan en la sociedad igualitaria instaurada por la Revolución. Este rechazo suele interpretarse como una negación “liberal” –y por ende “ideológica”– de toda perspectiva de cambio revolucionario. Por el contrario, me parece que lo que Stirner está rechazando es el elemento esencialista –y por ende idealista– que se mantiene en las tres “propuestas liberadoras”. En este sentido, y contra lo que suele afirmarse, Stirner no hace más que formular –aunque sólo sea en teoría-, la idea anarquista de acción directa, entendida como al realización de la libertad aquí y ahora. El problema no es la sociedad comunista–incluso llega a afirmar en el texto, al referirse a la distinción entre el trabajo como “humano” y el trabajo como “único”, que le parece la más ventajosa-, sino contra la “divinización” de la Revolución o de la sociedad sin clases (N.R.)